Hoy es Fiesta de la Medalla Milagrosa

Hoy, en París, se cumplen 177 años de la aparición de la Santísima Virgen María, donde Ella nos regaló como un tesoro la Medalla en la que encierra todo el don de la Gracia de la cual Ella está plena y que Ella, como canal de esa Gracia Divina, derrama copiosa y sobreabundantemente sobre sus hijos e hijas. Es la Mujer vestida del Sol (vestida de y por Dios), con la luna a sus pies (las ilusiones, sentimientos y todo cuanto nos hace totalmente humanos), coronada de doce estrellas (toda la Creación, la Iglesia universal y el Cielo), en su actitud de Mater Admirabilis (la Madre tres veces Admirable) que nos llama como para abrazarnos con Ella y a abrasarnos en el Inmenso Amor de Dios, y que aplasta la cabeza de la antigua serpiente (el mal en todas sus formas que envenena y busca matar a la Creación).

Memorare, el "Acordáos"
Acuérdate, oh Santísima Virgen María, que jamás se ha oido decir que ninguno que haya acudido a Ti, solicitando Tu Ayuda, pidiendo Tu Auxilio e implorando Tu Socorro, haya sido desatendido. Por eso, con gran confianza, acudimos a Ti, oh, Virgen de las Vírgenes y Madre Amorosísima, humildes y arrepentidos, y llenos de amor y esperanza, postrados ante Ti. Madre del Verbo Encarnado, no desoigas estas súplicas, antes bien dígnate escucharlas benignamente y acógelas favorablemente. Amén.

Oración de San Luis María Grgnon de Montfort para antes del rezo del Santo Rosario
Dios te salve, María, Hija del Padre Eterno.
Dios te salve, María, Madre Amable del Hijo Redentor.
Dios te salve, María, Esposa, Templo y Sagrario del Espíritu Santo Consolador.
Que la luz de tu fe elimine las tinieblas de mi espíritu. Que tu humildad profunda sustituya a mi orgullo. Que tu contemplación continua y sublime de Dios encadene las distracciones de mi imaginación errante y llene mi memoria de Su Presencia. Que el fuego de tu ardiente caridad inflame la tibieza y frialdad de mi corazón. Que tus virtudes erradiquen mis pecados. Que tus méritos me sirvan de sostén ante Dios. Finalmente, queridísima y amada Madre, haz, si es posible, que mi alma glorifique siempre al Señor, que mi voluntad se doblegue ante la Voluntad Divina de Jesucristo, y que mi corazón arda del Inmenso Amor de Dios, como lo hiciste Tú. Amén

París, la ciudad de Nuestra Señora

París, la ciudad capital de Francia, desde su establecimiento en la Edad Media como capital del reino de los francos, ha estado consagrada a la Santísima Virgen María. No olvidemos que la maravillosa Catedral Metropolitana de París es la misma iglesia gótica de Nuestra Señora, Notre Dame como la llaman los franceses, pero nuestro artículo no es para hablarles de la seis veces centenaria catedral, escenario de uno de los libros de Víctor Hugo más famosos, incluso inspiró un musical muy bello, tanto para los escenarios como para Disney: El Jorobado de Nuestra Señora de París. No. El presente es para recordarles el espléndido tesoro que esconde París en una humilde calle, la rue du Bac, en el nro. 140. Allí nos espera la Santa Madre con la capilla de las apariciones de 1830 ante Santa Catalina Labouré, donde nos legó como don celeste la Medalla Milagrosa, por lo que la visita a este lugar es punto obligado, pues esta fue la primera de las apariciones de la Santa Madre en la era moderna, repitiendo el mensaje que luego Ella misma daría en otros lugares de aparición, priemro en Francia y luego en otras partes del mundo.

Recordemos que incluso Santa Bernardette Soubirous, en la gruta de Massabielle, en Lourdes, decía que la Santísima Madre se le aparecía tal y como se encuentra retratada en la Medalla Milagrosa. Es bueno recordarles que en uno de los artículos anteriores de esta bitácora hicimos un recorrido por la dicha capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Y que entre los enlaces elegidos se encuentra el que nos dirige a la misma capilla, de manera virtual.

Estas apariciones nos vienen a recordar la afirmación, que luego sería confirmada por el papa, de que María es la "concebida sin pecado", la Inmaculada Concepción. ¿Y quién mejor que Ella para rogar e interceder, como Reina que es, por nosotrs a Su Hijo Jesús, el Único intercesor entre Dios y los hombres? Quien no conoce o simplemente ignora el rol y el poder del amor de esta Nuestra Madre debe recordarse de cuando, en algún momento de nuestras vidas, para pedirle algo a nuestro papá recurríamos a nuestra mamá para obtenerlo sin problemas... ¿O no era así?

Les dejamos, una vez más, con una hermosa foto de la Gruta de Lourdes, no sin antes recordarles el especial vínculo que existe entre esta gruta, y esta otra "gruta en medio de la ciudad", la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, donde María se muestra como Madre solícita y pronta en ayudarnos.