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Te damos la más cordial bienvenida a esta bitácora, dedicada a la Santísima Virgen María y a Su Divino Hijo Nuestro Señor Jesucristo. Te pedimos que te unas a nuestra cadena de oración permanente, con oraciones, rosarios, misas, meditaciones, ayunos, etc., lo que desees y puedas hacer, por nosotros, por ti y tus necesidades y angustias, y sobre todas las cosas, por la paz del mundo entero y la paz de tu país. Nunca olvidemos dar las gracias a Dios, porque es Él la Fuente Inagotable de todos los milagros...
Los Amigos de la Fundación María Ecuménica

jueves, marzo 16, 2006

LA SAGRADA FAMILIA
DE NAZARETH

modelo de santidad en la cotidianidad



La historia de la Sagrada Familia de Nazareth está plena de misterio, encanto y muchas anécdotas. Existe un gran silencio sobre la vida que llevaron Jesús, José y María, e incluso, aún hoy, entrando en el nuevo milenio, se especula cómo pudieron vivir, qué hacían y cómo transcurrían sus días comunes. Lo que se conoce de la Sagrada Familia a través de las Escrituras es poco: que María vivía en Nazareth, y estaba desposada con José cuando ocurre la Anunciación; que José, enterado del misterioso embarazo de María, pensaba repudiarla en secreto, pero que al saber que ese embarazo era de origen divino, la recibe en su casa. Que para el momento del nacimiento de Jesús, José y María cumplían el censo decretado por Augusto César, y que el parto ocurre en una cueva habilitada como establo en Belén. Que unos pastores y unos magos venidos de Oriente visitan a la Sagrada Familia, y una vez cumplidos los deberes religiosos con Jesús recién nacido, deben salir huyendo a Egipto para escapar del rey Herodes. A la muerte de Herodes, regresan a Galilea y se establecen en Nazareth. Hay un silencio sobre cómo vivían en Egipto, y otro silencio entre este regreso a Galilea y la pérdida y hallazgo de Jesús, ya de doce años, en el Templo, y después otro silencio hasta que Jesús aparece públicamente, con sus enseñanzas y milagros.

Ahora bien, ¿qué fuentes consultar para saber de la Sagrada Familia? Los Evangelios llamados Apócrifos (término griego que significa secreto, oculto), escritos de diversas fuentes del cristianismo oriental de los primeros dos siglos de la era cristiana, y que por el concilio de Trento (siglo XIII) fueron definitivamente excluidos del Canon oficial, responden a esta y otras interrogantes. No está prohibida su lectura, aunque hay algunos Apócrifos que son cuestionables. Se consultaron: el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio del Pseudo-Mateo, así como los llamados “Evangelios de la Infancia” y la “Historia de José El Carpintero”, estos últimos de fuentes sirias y árabes de fines del siglo II de nuestra era. Al no encontrar pasajes que contradicen lo expresado por los Evangelios Canónicos, podemos armar la historia de la Sagrada Familia de manera fácil, y por lo demás encantadora, por su aparente sencillez y enorme enseñanza.

María, educada en el Templo desde los tres hasta los catorce años de edad, fue ofrecida en matrimonio a los casaderos de la región, pero al Ella manifestar haber ofrecido su virginidad a Dios, el Sumo sacerdote recordó que una joven virgen debía desposarse con aquel cuyo cayado floreciera de golpe. Todos los varones en condiciones de formar familia acudieron, incluyendo José ben Jacob, descendiente de David como María, quien depositó un cayado de largo modesto. Apenas José llegó al altar, su vara floreció de golpe y una blanca paloma luminosa se posó sobre la vara florida. Un buen hombre. El Evangelio oficial dice que José era justo, término que debe leerse como piadoso, devoto, callado, meditativo, gentil, misericordioso, amable, equilibrado, humilde, sencillo, en fin un hombre virtuoso. Tenía su oficio de ebanista, carpintero y maestro de obras, tres oficios que se encierran en el término griego tekton. Luego de celebrados los esponsales, ceremonia que era más importante que la propia boda, José se ausentó a Capharnaúm por cuestiones laborales, cuando ocurre la Anunciación. Luego que José conoce toda la verdad, él cargó con todas las culpas, pues el pueblo de Nazareth respetaba y conocía a María, pero a él, le gastaban bromas o incluso lo eludían porque “había forzado a María a ser su mujer”. Él, que tanto amaba a María, aceptó silenciosamente este sufrimiento, por amor a Ella y a Jesús, a quien ya amaba con profunda ternura, considerando esto como el premio más hermoso y grande que Dios le había dado. José fue el primero que honró, amó y protegió a Jesús, después de María.

En la huida a Egipto, se dice que la Sagrada Familia hizo escala en una ciudad llamada Sotina, descansando en un templo llamado Capitolio, porque tenía 365 ídolos egipcios a los que se adoraba todos los días, y que estaba solo, pero apenas entrar la Sagrada Familia, todos los ídolos cayeron al suelo, quedando todos destrozados. En el Libro de Isaías, capítulo 19, versículo 1, se profetizó tal hecho.
Pasado un tiempo, y avisados por un ángel, la Sagrada Familia regresó a Nazareth, donde ocurrieron hechos maravillosos, como cuando Jesús, al tener cinco años, hizo doce gorriones de arcilla un día sábado y que al ser acusado por un chismoso ante José, el Niño sencillamente dio una palmadita y los gorriones adquirieron vida y salieron volando. O cuando José llevó a Jesús, de siete años, al rabino Zaqueo, y a otros dos maestros más, y los dejó atónitos ante su mirada y su sabiduría; uno de ellos resumió todo en esta frase: “Quise un discípulo, y me encontré con mi Maestro”. José tenía su taller de carpintería y ebanistería, y supervisaba la construcción y reparación de las casas, y Jesús lo ayudaba en estas tareas, por las cuales viajaban a menudo a Jerusalén, Tiberíades, Sóforis, Cesarea Marítima e incluso el Líbano y Egipto, mientras María los pudo haber acompañado en algunos de esos viajes, tejía las ropas y los mantos de ellos tres, alimentaba a las palomas y tórtolas, las cabritas y las ovejas, animales que criaba para sustento y deleite, visitaba familiares, y atendía y compartía con sus vecinos, colaborando, junto con José y Jesús, en los quehaceres de la comunidad.
José pudo haber muerto antes de que comenzase la vida pública de Jesús, siendo asistido por Él y María para bien morir.

"Por tus ojos, buen José, supo Jesús que Dios era bueno, y por tus manos, que Dios sabe amar. Por tus brazos, aprendió que el trabajo es también aventura, y vocación, la libertad. De tu ternura, José, yo quiero aprender, y de tu arroyo de paz quisiera beber. Y caminando tus pasos de fidelidad, cantarles a mis hermanos tu suave humildad.

Mucho amaste a tu mujer, y en tu amor había delicadeza, y fortaleza de tí Ella recibió. En tus labios Jesús descubrió que el Dios de Israel era su Padre y en tus silencios le escuchó. De tu ternura, José, yo quiero aprender. Y de tu arroyo de paz quisiera beber. Y caminando tus pasos de fidelidad, cantarles a mis hermanos tu suave humildad."

Palabras de Leticia Soberón Mainero, de Italia, y de María Chávez-Camacho, de Suiza, ambas Miembros de la Asociación Grupo Claraeulalia, que dejaron escritas en el Santuario y Oratorio de San José de Mont Royal, en Montréal, Canadá

lunes, marzo 13, 2006

San José, Patrono Universal
digno de mención

Patrono de la Iglesia Universal,

por el papa Pío IX en 1870

Patrono de la lucha contra el comunismo

y los comunistas,

por el papa Pío XI desde 1937


“José” es un nombre de origen hebreo, y significa “crecimiento”, y usualmente está asociado con productividad, riqueza y justa administración y distribución de los bienes económicos. En la Biblia, en el libro del Génesis, en el capítulo 41, José es uno de los 12 hijos de Jacob, vendido como esclavo por sus hermanos mayores, pero que por donde quiera que pasa deja una favorable impresión por su prudencia, su justicia, su sabiduría y su hermosa figura en Egipto, llegando incluso a administrar la riqueza del Faraón como Virrey.

En la tradición cristiana, San José es el esposo virginal de María, Madre de Jesús. Tenía su oficio de ebanista, carpintero y maestro de obras, tres oficios que se encierran en el término griego tekton. Ambos, José y María, descendientes de David, el gran rey de los judíos, estaban en plenos esponsales cuando un ángel, mensajero de Dios, anunció a María que Ella había sido elegida de entre las mujeres para una vocación especial: dar a luz en carne al mundo al Hijo Eterno de Dios, lo cual se cumplió 9 meses más tarde. Al nacer Jesús, José se volvió su padre nutricio, su primer educador, su maestro de vida, y por tanto, la cabeza visible, el guarda y custodio de la Sagrada Familia.

La breve descripción que encontramos de José es que era “justo”, término que encierra mucho más que “dar a cada quién lo debido”. Ser justo implica todo un conjunto de perfecciones que hacen que todo hombre sea digno ante los ojos de Dios: compañerismo, entrega, dedicación, amor incondicional, lealtad. Este hombre justo, pues, está de acuerdo y entregado a la Ley de Dios, en ser cómplice del milagro de Dios, y acepta criar a los hijos adoptados, prestados, heredados y propios como a hijos de Dios en la persona y divinidad de Jesús.

Es muy conocido por su fidelidad y compromiso con la Virgen María: ambos compartieron y aceptaron el misterio de la concepción y nacimiento del Divino Niño. Es bueno reflexionar sobre la sabiduría y la actitud de José. Pese a todos los indicios contrarios y su sufrimiento, él se mantuvo digno, lleno de coraje y respetó la privacidad de María, aunque su vanidad y su hombría estuvieran en riesgo. Prefirió sacrificar el amor que sentía por María pretendiendo partir secretamente, ser él el acusado en vez de el acusador. Indescriptible es la alegría, la maravilla y el gozo de José al saber la Fuente Divina del Misterio de la Encarnación que encerraba su amada en su vientre.


Manifestó José su responsabilidad hacia Jesús y su madre cuando los llevó a Egipto para salvaguardarlos de la furia del rey Herodes, rey de los judíos y aliado del imperio romano. Y, al igual que María, se inquietó por la pérdida temporal de su hijo cuando lo llevó, como es tradición entre los judíos, por primera vez al Templo (alrededor de los 12 o 15 años de edad). Estos son los pocos trazos de él que reseñan los Evangelios de San Mateo y San Lucas en sus primeros 2 capítulos.


La imagen de San José como fiel y humilde siervo influye en gran medida en la devoción y homenaje que le rinden los cristianos del mundo entero. Es el primero de los santos, después de la Virgen María, en la iglesia católica. Muchos santuarios, iglesias y parroquias, así como oratorios y ermitas, le están dedicadas, siendo el Oratorio de San José de Montreal, Canadá, el primero y más grandioso de todos en el mundo.

Tradicionalmente a San José se le atribuyen ocho funciones o títulos. Estos títulos son:

Guardián de los corazones puros y castos

Consolador de los que sufren

Modelo de los trabajadores y obreros

Sostén y nutricio de las familias

Esperanza de los enfermos

Patrono de los moribundos

Protector de la Iglesia Católica

Terror de los demonios

En 1937, en plena Guerra Civil española, entreviendo lo que ocurriría años después en el mundo, el papa Pío XI amplió el significado del último título atribuido a San José al nombrarlo Patrono de la lucha contra el comunismo y los comunistas, ideología y seguidores de la misma que, aunque preconizan la lucha por la justicia social, tanto en la teoría como en la práctica destruyen y desvirtúan la institución vital para la continuidad de la humanidad, LA FAMILIA, al arrebatarle a ésta la guarda, custodia, educación y orientación desde el mismo instante del nacimiento, de infantes y adolescentes, entre otras tergiversaciones, llegando incluso a la atrocidad de la total negación de la existencia de Dios y de su Divina Voluntad.

San José es el santo patrono nacional de:

  • Austria, por el papa Clemente X en 1675
  • Bélgica, por el papa Inocencio XI en 1679
  • Bohemia (región de Alemania), por el rey y emperador Fernando III en 1655
  • Canadá, por los hermanos agustinos recoletos en 1624, y confirmado por el papa Urbano en 1637
  • China, y por ende de las misiones católicas chinas, por el papa Inocencio XI en 1678
  • México, por el papa Inocencio XI, en 1679
  • Perú, por el papa Pío XII en 1957
  • Rusia, por el papa Pío XI en 1930
  • Vietnam (del Sur, pues el del Norte era comunista) por el papa Pío XII en 1950

Igualmente, San José es el santo patrono de las siguientes diócesis y parroquias en el mundo:

  • Diócesis de Cali, Colombia, por el papa Juan Pablo II en 1993
  • Copatrono de la diócesis de Legnica, Polonia, por el papa Juan Pablo II en 1993
  • Diócesis de Coatzacoalcos, México, por el papa Juan Pablo II en 1994
  • Diócesis de San José, California, Estados Unidos, por el papa Juan Pablo II en 1984
  • Parroquia de San José, Arquidiócesis de Caracas, Venezuela, por el papa León XIII en 1890
  • Diócesis de Kalisz, Polonia desde la Edad Media

San José es el santo patrono de diversos gremios y profesionales que lo han escogido como tal:

  • De todos los trabajadores y obreros en general, por los papas Benedicto XV (1919) y Pío XII (1955), e institución de la fiesta universal de San José Obrero el 1º de mayo
  • De los ebanistas, carpinteros, artesanos, ingenieros, albañiles, yesistas, tallistas, desde la Edad Media; de contratistas, arquitectos y constructores desde el 20 de abril de 2003 por el papa Juan Pablo II
  • De las Fuerzas Armadas canadienses, desde 1941

De igual manera, San José es el santo patrono de grupos de personas que lo invocan para que interceda por diversas situaciones, causas, o ambas cosas:

  • De los que dudan, de quienes están en situaciones dudosas y ante toda clase de duda
  • De los padres, por el papa León XIII
  • De quienes compran casa
  • De los comprometidos por causas a favor de la justicia social, por el papa Pío XI
  • De la lucha contra el comunismo y los comunistas, por el papa Pío XI en 1937
  • De los moribundos, para obtener una muerte serena
  • De las familias
  • De las parejas de casados, por el papa Pío XII en 1956
  • De los pioneros
  • De los viajeros y viajantes, para obtener seguridad en los viajes

Existen muchas enseñanzas, a cual más útil, dentro de las vidas aparentemente sencillas salpicadas de hechos extraordinarios, de San José, la Virgen María y Jesús en su infancia y adolescencia. La primera, es que DIOS SIEMPRE TIENE DESIGNIOS PROVIDENCIALES PARA CADA UNO DE NOSOTROS. Otras enseñanzas se derivan de la propia vida cotidiana de la Sagrada Familia: la oración contemplativa, estudiando y meditando los textos sagrados y rezando las oraciones, y la oración activa, a través del trabajo diario y el cumplimiento de los quehaceres y deberes individuales, familiares, comunitarios, sociales y nacionales, se complementan y sostienen mutuamente. El cariño, el respeto, el fino buen humor, la alegría, la admiración, la prudencia, la modestia, la humildad, la templanza, la justicia y la obediencia, entre ellos mismos y para con sus familiares, vecinos y amigos, son virtudes que podemos, y debemos, imitar de la Sagrada Familia. Las razones sobran...

Pueden escribirnos al correo mariaecumenica@yahoo.com.mx, para información, peticiones, peregrinaciones de un día y de tres días, y para colaboración con las obras sociales de la Fundación María Ecuménica. Igualmente, pueden llamarnos a los números (0212) 5524684 o al 2846331, y a los celulares 04167129225 y 04168166488.

Les invitamos a unir esfuerzos desde ya a formar parte activa de la Fundación. Los aportes financieros pueden realizarse a través de la Cuenta F.A.L. del Banco Occidental de Descuento – B.O.D. al Nº 0116-0033-61-0181148234 y de la Cuenta Corriente de Banesco Nº 0134-0420-81-4201025716, ambas a nombre de FUNDACIÓN MARÍA ECUMÉNICA


Amor Eterno (Mi Virgen Bella) cantado por Marianella Oráa