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Te damos la más cordial bienvenida a esta bitácora, dedicada a la Santísima Virgen María y a Su Divino Hijo Nuestro Señor Jesucristo. Te pedimos que te unas a nuestra cadena de oración permanente, con oraciones, rosarios, misas, meditaciones, ayunos, etc., lo que desees y puedas hacer, por nosotros, por ti y tus necesidades y angustias, y sobre todas las cosas, por la paz del mundo entero y la paz de tu país. Nunca olvidemos dar las gracias a Dios, porque es Él la Fuente Inagotable de todos los milagros...
Los Amigos de la Fundación María Ecuménica

jueves, noviembre 29, 2007

Plan de paz para Venezuela, y el mundo... (pulsen la imagen)

A raíz del llamado a rezar el Santo Rosario para el día 2 de Diciembre a las 3 de la madrugada, hemos incluso recibido como inspiración e información que antes de dicho día hagamos un ayuno para el 1 de Diciembre, ya que el mismo forma parte de un plan de paz que la Santa Madre de Dios ha dejado para el mundo, y que bien nosotros, en Venezuela, podemos aplicar.

El mensaje que Dios nos envió del cielo, a través de Su Santísima Madre en todas sus apariciones: "Rezad el Rosario todos los días para así obtener la paz del mundo", "Orad mucho y haced penitencia por los pecadores", "No ofendáis más a Dios, pues ya está muy ofendido", resumen el pedido constante para nosotros, un llamado a ser santos y dignos de la Divina Misericordia. Mensaje que busca que manifestemos lo mejor de nosotros, no sólo para Dios, sino para con nuestros semejantes y para nosotros mismos. La Excelsa Madre nos lega un plan de amor y paz que consiste en realizar estas tres acciones: la devoción, la oración y la penitencia a través del ayuno.

La devoción consiste en una entrega más profunda y total a María, como modelo del ser humano que todos podemos llegar a ser. María nos demuestra que Su Camino es la ruta más segura para llegar a Dios. Al ser devotos de María, nos acercamos más a Jesús, Verbo Eterno, Dios y Hombre Verdadero, de manera suave y gentil, y por ende ello crea una corriente de bendiciones de nosotros hacia el Cielo y del Cielo hacia el mundo a través de nosotros.

La oración es el alimento constante del espíritu, un diálogo con Dios. Es un paso que se logra a través del rezo cuidadoso y constante, y que una vez que se aquieta nuestra mente y nuestro corazón, logramos abrirnos al Silencio de Dios, cuyo sonido sostenido penetra en nuestras almas y nos hace receptivos a ese encuentro íntimo, personal y maravilloso con Nuestro Padre Creador, la Fuente que derrama constantemente Vida, Gracia y demás maravillas. El Santo Rosario, por su cualidad meditativa, contemplativa y cristocéntrica, es la oración más recomendada, pues pone el cuerpo, la mente y el corazón centrados en ese diálogo con Dios. También podemos agregar el rezo de los salmos 91, 119 y 23, en ese mismo orden, porque piden la Protección Divina, la Ejecución de Su Ley y la Confianza en DIOS.

La penitencia a través del ayuno no es más que la realización de actos de perdón para con nosotros mismos, para con las personas que hemos ofendido y no les pedimos perdón, para con quienes nos ofendieron y no perdonamos, para con situaciones que nos ofenden sobremanera y nos afectan directa e indirectamente, individual y colectivamente, nacional e internacionalmente. Vienen acompañados con algunos sacrificios, siempre voluntarios, ofreciendo nuestros gustos personales, nuestro tiempo, o cualquier otra cosa nuestra, como regalo para Dios a través de nuestros semejantes. La idea es ser amor, caridad y misericordia en acción, y en coherencia con lo que decimos es nuestra fe. El fin último de la penitencia por el ayuno es la conversión permanente, es decir el volcar nuestro corazón de toda nuestra forma anterior de vida y volvernos total y plenamente una nueva forma de llevarla, dirigiendo nuestros pasos a las cosas del Cielo, con total responsabilidad, individual y colectiva, de nuestro rol: ser los brazos y las manos ejecutores de la obra de Dios. Estas tres cosas son la esencia del Mensaje de la Santísima Virgen para con nosotros.

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Amor Eterno (Mi Virgen Bella) cantado por Marianella Oráa