Rosa de Abril, Estrella de Montserrat,
Morena de Maravillas
Hoy, 27 de Abril, se cumple un nuevo aniversario de la devoción a Nuestra Señora de Montserrat, patrona celestial de la Comunidad Catalana, la Catalana Terra, y de los catalanes allende los mares. Esta devoción, que data del año 870 después de Cristo, está asociada al culto de las llamadas Vírgenes Negras, como la imagen de la Virgen de Guadalupe de Extremadura, la Virgen de la Candelaria de las Islas Canarias, la Virgen de la Peña de Francia y otras tantas que pueblan, no sólo la geografía española, sino todo el continente europeo (ver fotos de esta página).
¿Por qué encontramos estas imágenes de la Virgen en Europa? Recordemos que por un buen tiempo, el Cristianismo en el occidente es cristocéntrico, es decir, centra a Jesús como centro de todo culto y ritual de manera literal y simbólica, y que en el Imperio Romano, antes de que el Cristianismo siquiera pudiera salir de las catacumbas, era un imperio pagano, idólatra y politeísta, y uno de los cultos más populares era el culto a la diosa egipcia Isis, a quien se la veneraba bajo la figura de una mujer amamantando o sosteniendo a Horus, su hijo, en su regazo, y ambos estaban pintados con la piel negra.
Al salir el Cristianismo a la luz pública, los cristianos buscaron afanosamente imágenes y símbolos que les recordaran a Jesús, y a María, su Madre, en el misterio y dogma de la Theotokos, es decir, doctrina en la que María, la Madre de Jesús, Hijo y Verbo Eterno de Dios hecho carne, por tanto Ella es Madre de Uno que es Dios en Espíritu y en la carne, Madre de Dios. La imagen de Isis, diosa egipcia que concibió a Horus de manera virginal en la leyenda, se prestó maravillosamente para exponer tal dogma de fe, misterio insondable en su concepto, pero visualmente hermoso: Dios, Verbo Eterno, eligió a María como su Madre, e hizo que Ella fuese Su Trono, y por tanto era, y es, lógico representar a Jesús, Dios hecho hombre, sentado en el regazo de Su Madre, Su Trono. Esta representación es conocida en griego como Kyriostissa, "la Madre que es el Trono de Dios".
El color negro de la piel de estas imágenes tiene también un simbolismo muy bello: la Tierra negra, fecunda y fértil, idealizada en la figura de la Virgen, es el Trono de Dios, representado en el Niño Jesús, Sol de Justicia Invencible, la Luz del Mundo que hace que esa Tierra dé frutos de abundancia y riqueza, y estos infinitos misterios no pueden ser alcanzados sino a través de una profundidad "cavernosa", es decir en lo más recóndito del alma y el corazón, sin palabras limitantes, por eso las pieles de la Madre y el Niño son negras en estas imágenes. El negro es un color inerme, considerado sagrado en muchas de las tradiciones espirituales y religiosas, contiene a todos los colores de manera latente, y es virginal en el mismo sentido que debemos comprender que el agua también es virginal, es decir que nunca cambia su sustancia, ni su composición, ni su esencia, como igualmente la Virgen María contuvo en su ser humano al Creador mismo, y luego de dar a luz en la carne al Verbo Eterno, Jesús, no perdió su ser virginal.
Montserrat es un lugar considerado mágico, místico es la palabra más acertada. Cuenta una leyenda que los ángeles quisieron hacerle un trono a la Santísima Virgen María para que diera a Su Hijo como regalo al mundo para ser glorificado, alabado y adorado, y con una sierra moldearon un monte situado en esa porción del mundo (de ahí la palabra Montserrat, monte aserrado), y que la Madre del cielo, muy contenta, dejó en recuerdo una imagen suya con el Niño Jesús en su regazo.
Montserrat y el Santuario
La Santa Cueva, donde hallaron la imagen originalmente
Con el tiempo, unos ermitaños comenzaron a rendirle culto a la Santa Madre y a Su Divino Hijo, habitando en esos lugares, impregnándolos con la fragancia de su santidad y sus oraciones, pero el tiempo, las guerras y las invasiones árabes hicieron que la imagen cayera en el olvido. Un día sábado de 1107, unos pastores vieron unas luces brillantes dirigirse hacia un rincón de esas montañas desde la ciudadela de Manresa, y al dar noticia al obispo, decidieron seguir esas luces, que continuaron apareciéndose por varios días. Al llegar cerca del lugar donde convergían las luces, se escucharon melodiosos cantos de ángeles, y al entrar en la cueva de donde surgían los mismos, una brillante luz deslumbró a los exploradores, y entrando, vieron la imagen de la Madre de Dios con Su Hijo Jesús en su regazo. Llenos de alegría, enviaron noticias al obispo, quien subió y dió crédito al hallazgo, pero cuando intentaron llevar la sagrada imagen a Manresa, la misma adquirió un peso tan descomunal que todos vieron en ello la Voluntad del Cielo que ella recibiera culto en ese mismo lugar. No sólo era importante la imagen (una bellísima talla de estilo románico, como pueden apreciar en la foto), también el lugar era considerado sagrado, por las evidencias encontradas de ermitaños de antaño, por lo que el obispo decidió restablecer la comunidad de eremitas religiosos, según la regla de San Benito para los hombres, y de su hermana Santa Escolástica para las mujeres, así como la construcción de un santuario para todos los que deseaban el auxilio de la Excelsa Madre del Cielo para que intercediera ante Jesús en sus penas y alegrías, en la salud y en la enfermedad.
Interior de la Basílica. La imagen está al fondo, en el nicho iluminado
Lugar para alcanzar la santidad, abierto para todas y todos, fue allí donde San Ignacio de Loyola entregó su espada, símbolo de su vida mundana, licensiosa y cortesana, y se entregó por entero al Señor y a Su Madre, cambiando sus lujosas ropas por las de uno de los ermitaños, quienes aún hoy, en pleno siglo XXI acuden a esta montaña sagrada para orar, cultivar y orientar a este loco mundo de hoy. La coral infantil del santuario, la Escolanía, es mundialmente famosa, y todos los domingos la Santa Misa, animada con las prístinas voces de los niños, hacen de ésta una experiencia memorable. Desde 1110 es uno de los centros de peregrinación más famosos de Europa, después de Roma, Jerusalén y Zaragoza, y antes de Loreto, Canterbury y otros santuarios europeos de fama mundial. Sus tesoros en ex-votos y obras de arte sólo son comparables a los de la Santa Sede. Igualmente, quienes buscan unir la devoción con el deporte no quedarán defraudados, pues es uno de los puntos favoritos para practicar la escalada de montaña. Demás está decir que allí surgió, con el correr del tiempo, un manantial de aguas curativas.
¡Que viva la Santa Madre de Dios de Montserrat!
¡Salve, María!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario