Rosa de Abril, Estrella de Montserrat,
Morena de Maravillas

Hoy, 27 de Abril, se cumple un nuevo aniversario de la devoción a Nuestra Señora de

¿Por qué encontramos estas imágenes de la Virgen en Europa? Recordemos que por un buen tiempo, el Cristianismo en el occidente es cristocéntrico, es decir, centra a Jesús como centro de todo culto y ritual de manera literal y simbólica, y que en el Imperio Romano, antes de que el Cristianismo siquiera pudiera salir de las catacumbas, era un imperio pagano, idólatra y politeísta, y uno de los cultos más populares era el culto a la diosa egipcia Isis, a quien se la veneraba bajo la figura de una mujer amamantando o sosteniendo a Horus, su hijo, en su regazo, y ambos estaban pintados con la piel negra.
Al salir el Cristianismo a la luz pública, los cristianos buscaron afanosamente imágenes y símbolos que les recordaran a Jesús, y a María, su Madre, en el misterio y dogma de la Theotokos, es decir, doctrina en la que María, la Madre de Jesús, Hijo y Verbo Eterno de Dios hecho carne, por tanto Ella es Madre de Uno que es Dios en Espíritu y en la carne, Madre de Dios. La imagen de Isis, diosa egipcia que concibió a Horus de manera virginal en la leyenda, se prestó maravillosamente para exponer tal dogma de fe, misterio insondable en su concepto, pero visualmente hermoso: Dios, Verbo Eterno, eligió a María como su Madre, e hizo que Ella fuese Su Trono, y por tanto era, y es, lógico representar a Jesús, Dios hecho hombre, sentado en el regazo de Su Madre, Su Trono. Esta representación es conocida en griego como Kyriostissa, "la Madre que es el Trono de Dios".
El color negro de la piel de estas imágenes tiene también un simbolismo muy bello: la Tierra
negra, fecunda y fértil, idealizada en la figura de la Virgen, es el Trono de Dios, representado en el Niño Jesús, Sol de Justicia Invencible, la Luz del Mundo que hace que esa Tierra dé frutos de abundancia y riqueza, y estos infinitos misterios no pueden ser alcanzados sino a través de una profundidad "cavernosa", es decir en lo más recóndito del alma y el corazón, sin palabras limitantes, por eso las pieles de la Madre y el Niño son negras en estas imágenes. El negro es un color inerme, considerado sagrado en muchas de las tradiciones espirituales y religiosas, contiene a todos los colores de manera latente, y es virginal en el mismo sentido que debemos comprender que el agua también es virginal, es decir que nunca cambia su sustancia, ni su composición, ni su esencia, como igualmente la Virgen María contuvo en su ser humano al Creador mismo, y luego de dar a luz en la carne al Verbo Eterno, Jesús, no perdió su ser virginal.

Montserrat es un lugar considerado mágico, místico es la palabra más acertada. Cuenta una leyenda que los ángeles quisieron hacerle un trono a la Santísima Virgen María para que diera a Su Hijo como regalo al mundo para ser glorificado, alabado y adorado, y con una sierra moldearon un monte situado en esa porción del mundo (de ahí la palabra Montserrat, monte aserrado), y que la Madre del cielo, muy contenta, dejó en recuerdo una imagen suya con el Niño Jesús en su regazo.

Montserrat y el Santuario

La Santa Cueva, donde hallaron la imagen originalmente


Interior de la Basílica. La imagen está al fondo, en el nicho iluminado
Lugar para alcanzar la santidad, abierto para todas y todos, fue allí donde San Ignacio de Loyola entregó su espada, símbolo de su vida mundana, licensiosa y cortesana, y se entregó por entero al Señor y a Su Madre, cambiando sus lujosas ropas por las de uno de los ermitaños, quienes aún hoy, en pleno siglo XXI acuden a esta montaña sagrada para orar, cultivar y orientar a este loco mundo de hoy. La coral infantil del santuario, la Escolanía, es mundialmente famosa, y todos los domingos la Santa Misa, animada con las prístinas voces de los niños, hacen de ésta una experiencia memorable. Desde 1110 es uno de los centros de peregrinación más famosos de Europa, después de Roma, Jerusalén y Zaragoza, y antes de Loreto, Canterbury y otros santuarios europeos de fama mundial. Sus tesoros en ex-votos y obras de arte sólo son comparables a los de la Santa Sede. Igualmente, quienes buscan unir la devoción con el deporte no quedarán defraudados, pues es uno de los puntos favoritos para practicar la escalada de montaña. Demás está decir que allí surgió, con el correr del tiempo, un manantial de aguas curativas.
¡Que viva la Santa Madre de Dios de Montserrat!
¡Salve, María!
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