La historia de la Sagrada Familia de Nazareth está plena de misterio, encanto y muchas anécdotas. Existe un gran silencio sobre la vida que llevaron Jesús, José y María, e incluso, aún hoy, entrando en el nuevo milenio, se especula cómo pudieron vivir, qué hacían y cómo transcurrían sus días comunes. Lo que se conoce de la Sagrada Familia a través de las Escrituras es poco: que María vivía en Nazareth, y estaba desposada con José cuando ocurre la Anunciación; que José, enterado del misterioso embarazo de María, pensaba repudiarla en secreto, pero que al saber que ese embarazo era de origen divino, la recibe en su casa. Que para el momento del nacimiento de Jesús, José y María cumplían el censo decretado por Augusto César, y que el parto ocurre en una cueva habilitada como establo en Belén. Que unos pastores y unos magos venidos de Oriente visitan a la Sagrada Familia, y una vez cumplidos los deberes religiosos con Jesús recién nacido, deben salir huyendo a Egipto para escapar del rey Herodes. A la muerte de Herodes, regresan a Galilea y se establecen en Nazareth. Hay un silencio sobre cómo vivían en Egipto, y otro silencio entre este regreso a Galilea y la pérdida y hallazgo de Jesús, ya de doce años, en el Templo, y después otro silencio hasta que Jesús aparece públicamente, con sus enseñanzas y milagros.
Ahora bien, ¿qué fuentes consultar para saber de la Sagrada Familia? Los Evangelios llamados Apócrifos (término griego que significa secreto, oculto), escritos de diversas fuentes del cristianismo oriental de los primeros dos siglos de la era cristiana, y que por el concilio de Trento (siglo XIII) fueron definitivamente excluidos del Canon oficial, responden a esta y otras interrogantes. No está prohibida su lectura, aunque hay algunos Apócrifos que son cuestionables. Se consultaron: el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio del Pseudo-Mateo, así como los llamados “Evangelios de la Infancia” y la “Historia de José El Carpintero”, estos últimos de fuentes sirias y árabes de fines del siglo II de nuestra era. Al no encontrar pasajes que contradicen lo expresado por los Evangelios Canónicos, podemos armar la historia de la Sagrada Familia de manera fácil, y por lo demás encantadora, por su aparente sencillez y enorme enseñanza.
María, educada en el Templo desde los tres hasta los catorce años de edad, fue ofrecida en matrimonio a los casaderos de la región, pero al Ella manifestar haber ofrecido su virginidad a Dios, el Sumo sacerdote recordó que una joven virgen debía desposarse con aquel cuyo cayado floreciera de golpe. Todos los varones en condiciones de formar familia acudieron, incluyendo José ben Jacob, descendiente de David como María, quien depositó un cayado de largo modesto. Apenas José llegó al altar, su vara floreció de golpe y una blanca paloma luminosa se posó sobre la vara florida. Un buen hombre. El Evangelio oficial dice que José era justo, término que debe leerse como piadoso, devoto, callado, meditativo, gentil, misericordioso, amable, equilibrado, humilde, sencillo, en fin un hombre virtuoso. Tenía su oficio de ebanista, carpintero y maestro de obras, tres oficios que se encierran en el término griego tekton. Luego de celebrados los esponsales, ceremonia que era más importante que la propia boda, José se ausentó a Capharnaúm por cuestiones laborales, cuando ocurre la Anunciación. Luego que José conoce toda la verdad, él cargó con todas las culpas, pues el pueblo de Nazareth respetaba y conocía a María, pero a él, le gastaban bromas o incluso lo eludían porque “había forzado a María a ser su mujer”. Él, que tanto amaba a María, aceptó silenciosamente este sufrimiento, por amor a Ella y a Jesús, a quien ya amaba con profunda ternura, considerando esto como el premio más hermoso y grande que Dios le había dado. José fue el primero que honró, amó y protegió a Jesús, después de María.
En la huida a Egipto, se dice que la Sagrada Familia hizo escala en una ciudad llamada Sotina, descansando en un templo llamado Capitolio, porque tenía 365 ídolos egipcios a los que se adoraba todos los días, y que estaba solo, pero apenas entrar la Sagrada Familia, todos los ídolos cayeron al suelo, quedando todos destrozados. En el Libro de Isaías, capítulo 19, versículo 1, se profetizó tal hecho.
Pasado un tiempo, y avisados por un ángel, la Sagrada Familia regresó a Nazareth, donde ocurrieron hechos maravillosos, como cuando Jesús, al tener cinco años, hizo doce gorriones de arcilla un día sábado y que al ser acusado por un chismoso ante José, el Niño sencillamente dio una palmadita y los gorriones adquirieron vida y salieron volando. O cuando José llevó a Jesús, de siete años, al rabino Zaqueo, y a otros dos maestros más, y los dejó atónitos ante su mirada y su sabiduría; uno de ellos resumió todo en esta frase: “Quise un discípulo, y me encontré con mi Maestro”. José tenía su taller de carpintería y ebanistería, y supervisaba la construcción y reparación de las casas, y Jesús lo ayudaba en estas tareas, por las cuales viajaban a menudo a Jerusalén, Tiberíades, Sóforis, Cesarea Marítima e incluso el Líbano y Egipto, mientras María los pudo haber acompañado en algunos de esos viajes, tejía las ropas y los mantos de ellos tres, alimentaba a las palomas y tórtolas, las cabritas y las ovejas, animales que criaba para sustento y deleite, visitaba familiares, y atendía y compartía con sus vecinos, colaborando, junto con José y Jesús, en los quehaceres de la comunidad.
José pudo haber muerto antes de que comenzase la vida pública de Jesús, siendo asistido por Él y María para bien morir. |
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