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Te damos la más cordial bienvenida a esta bitácora, dedicada a la Santísima Virgen María y a Su Divino Hijo Nuestro Señor Jesucristo. Te pedimos que te unas a nuestra cadena de oración permanente, con oraciones, rosarios, misas, meditaciones, ayunos, etc., lo que desees y puedas hacer, por nosotros, por ti y tus necesidades y angustias, y sobre todas las cosas, por la paz del mundo entero y la paz de tu país. Nunca olvidemos dar las gracias a Dios, porque es Él la Fuente Inagotable de todos los milagros...
Los Amigos de la Fundación María Ecuménica

viernes, mayo 11, 2007

Fátima: Luz y Paz para el mundo


Estamos en vísperas de la celebración jubilar de los 90 años de la portentosa aparición de la Virgen María en la localidad de Cova de Iría, en la población de Fátima, Portugal, ante tres pequeños pastorcillos, cuyos nombres resuenan por cualquier razón, en especial por su entrega, devoción, humildad, e impresionante (para nuestras mentes) conocimiento de lo sublime y lo divino para mentes tan tiernas en el momento en que ocurrieron los hechos. Jacinta y Francisco Marto, de 6 y 8 años respectivamente, y Lucía Dos Santos de 10 años, juntos fueron los receptores, y posteriormente los portavoces, del mensaje de la Santa Madre del Cielo a esta humanidad doliente, extraviada, escéptica, etc., y que aún así es una humanidad ansiosa, hambrienta y anhelante de amor, alegría, gozo y paz.

El mensaje que Dios nos envió del cielo, a través de Su Santísima Madre: "Rezad el Rosario todos los días para así obtener la paz del mundo y el final de la guerra", "Orad mucho y haced penitencia por los pecadores", "No ofendáis más a Dios, pues ya está muy ofendido", frases más, frases menos, resumen el pedido constante para nosotros, un llamado a ser santos y dignos de la Divina Misericordia. Mensaje que busca que manifestemos lo mejor de nosotros, no sólo para Dios, sino para con nuestros semejantes y para nosotros mismos.

En Fátima, la Virgen María se manifestó como "la Mujer vestida del Sol, con la Luna a sus pies y una corona de doce estrellas" que aparece mencionada en el Libro de las Revelaciones, o Apocalipsis, así como "la Suma Profetisa de estos tiempos", según palabras de uno de sus más fervientes devotos y seguidores del Mensaje de Fátima, el padre Estéfano Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano. Es a partir e esta aparición mariana, la primera del siglo XX, que la Excelsa Madre nos lega un plan de amor y paz que todos podemos realizar, pues no es complicado, todo lo contrario. Este plan consiste en realizar estas tres acciones: la devoción, la oración y la penitencia.

La devoción consiste en una entrega más profunda y total a María, como modelo del ser humano que todos podemos llegar a ser. no olvidemos que Ella es una más de nosotros, humana, creada por Dios, y si bien disfrutó de un privilegio tal como Su Inmaculada Concepción, María nos demuestra que Su Camino es la ruta más segura para llegar a Dios. Al ser devotos de María, nos acercamos más a Jesús, Verbo Eterno, Dios y Hombre Verdadero, de manera suave y gentil, y por ende ello crea una corriente de bendiciones de nosotros hacia el Cielo y del Cielo hacia el mundo a través de nosotros.

La oración es el alimento constante del espíritu, y no es más que un diálogo con Dios. Es un paso que se logra a través del rezo cuidadoso y constante, y que una vez que se aquieta nuestra mente y nuestro corazón, logramos abrirnos al Silencio de Dios, cuyo sonido sostenido penetra en nuestras almas y nos hace receptivos a ese encuentro íntimo, personal y maravilloso con Nuestro Padre Creador, la Fuente que derrama constantemente Vida, Gracia y demás maravillas. El Santo Rosario, por su cualidad meditativa, contemplativa y cristocéntrica, es la oración más recomendada, pues pone el cuerpo, la mente y el corazón centrados en ese diálogo con Dios.

La penitencia no es más que la realización de actos de perdón para con nosotros mismos, para con las personas que hemos ofendido y no les pedimos perdón, para con quienes nos ofendieron y no perdonamos, para con situaciones que nos ofenden sobremanera y nos afectan directa e indirectamente, individual y colectivamente, nacional e internacionalmente. estos actos de penitencia viene acompañados con algunos sacrificios, siempre voluntarios, ofreciéndo nuestros gustos personales, nuestro tiempo, o cualquier otra cosa nuestra, como regalo para Dios a través de nuestros semejantes. Ejemplo: en lugar de ver nuestro programa de TV favorito, podemos escoger entre hacer una actividad que no nos gusta por amor a Jesús o rezar o leer algo relacionado con alguna necesidad peculiar que nos haya sido planteada o bien sea que nosotros seamos los que tengamos esa necesidad. La idea es ser amor, caridad y misericordia en acción, y en coherencia con lo que decimos es nuestra fe. El fin último de la penitencia es la conversión permanente, es decir el volcar nuestro corazón de toda nuestra forma anterior de vida y volvernos total y plenamente una nueva forma de llevarla, dirigiendo nuestros pasos a las cosas del Cielo, con total responsabilidad, individual y colectiva, de nuestro rol: ser los brazos y las manos ejecutores de la obra de Dios. Estas tres cosas son la esencia del Mensaje de la Santísima Virgen para con nosotros.

En estos 90 años que han transcurrido desde 1917, hemos visto que tanto el mensaje de la Purísima Madre Celestial, al igual que sus profecías, se han cumplido cabalmente, por lo que les invitamos desde ya a ser, una vez más, portadores del Mensaje de Fátima.

Les anunciamos que en las próximas entregas nos dedicaremos a ver cada uno de los lugares que, esperamos, visitaremos en la Peregrinación a Europa que estamos organizando con el objeto de recaudar fondos para nuestras obras sociales. Comenzamos con Fátima por ser nuestra primera parada en este periplo que nos llevará por otros santuarios marianos famosos. Si desean saber más detalles de este viaje, les invitamos a buscar en la columna derecha el enlace Peregrinaciones a Europa, o a visitar directamente la página: http://www.viajesmarianos.blogspot.com. Gracias por su atención.

Amor Eterno (Mi Virgen Bella) cantado por Marianella Oráa