Hace casi 150 años, el 11 de febrero de 1858, un día particularmente frío por el crudo invierno, Bernardette Soubirous, de 14 años, acompañada de su hermanita menor y una amiga, fueron a buscar leña para las chimeneas de sus hogares, cuando, mientras Bernardette observaba a sus acompañantes cruzar el río Gave, cerca de una gruta en un lugar llamado Masabielle, en la pequeña ciudad de Lourdes, una "Señora Hermosa, hermosa como jamás he visto a nadie, que aparentaba tener no más de 18 años, vestida de blanco, con un velo blanco, una cinta azul que caía en pliegues hasta las rodillas, con una rosa de oro en cada pie, a juego con la cadena de un reluciente Rosario de blancas cuentas que le colgaba del brazo derecho", según su testimonio, se apareció con las manos juntas en oración. Así empieza la historia de una de las apariciones marianas más conocidas, y también una de las más cuestionadas por algunos (no hay que olvidar el libro de Émile Zola que ridiculiza a los fieles que visitan el lugar). Hablar de Lourdes, pese a todo lo que se ha escrito, a favor y en contra, es hablar de ORACIÓN
de corazón y de intercesión, CAMINO de crecimiento ESPIRITUAL pleno, CONVERSIÓN de vida y de toda forma de llevarla hasta lograr plenitud y gozo totales, y por supuesto de las CURACIONES, tanto las físicas como las espirituales. Igualmente no podemos dejar pasar por alto las aguas curativas del manantial que
Peregrinos de todas partes del mundo dejan su huella, sin importar incluso si son o no católicos, pues Lourdes está abierto a TODOS LOS CREYENTES, TODAS LAS RELIGIONES Y TODOS LOS PUEBLOS, por lo que todas las denominaciones cristianas, musulmanes, hindúes, gitanos, budistas, etc., sienten
El hecho que Ella misma se identifica como
La propia Bernardette, a quien veneramos como santa, es igualmente un modelo de entrega a 
