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Te damos la más cordial bienvenida a esta bitácora, dedicada a la Santísima Virgen María y a Su Divino Hijo Nuestro Señor Jesucristo. Te pedimos que te unas a nuestra cadena de oración permanente, con oraciones, rosarios, misas, meditaciones, ayunos, etc., lo que desees y puedas hacer, por nosotros, por ti y tus necesidades y angustias, y sobre todas las cosas, por la paz del mundo entero y la paz de tu país. Nunca olvidemos dar las gracias a Dios, porque es Él la Fuente Inagotable de todos los milagros...
Los Amigos de la Fundación María Ecuménica

lunes, marzo 19, 2007

Oraciones y Reflexiones en torno a San José

¿Cuántas veces, San José, vino el Señor a ti a desviarte de tus caminos y proyectos? Aprendiste a reconocer al Dios de tus padres, Dios lleno de misericordia. Él te confió el cuidado de protegerlo en Su venida a la Tierra. De Nazaret a Belén, y de Belén a Egipto, descubres al Dios misericordioso que camina contigo. Cuando enseñabas a Jesús su oficio de carpintero, Él, Dios mismo, aún está contigo. Cuidaste de ese regalo que Dios te dio en un silencio total. Buen José, enséñanos a reconocer a ese Dios de misericordia que se nos une en las cosas cotidianas de la vida, ese Dios que nos acompaña con tanta discreción que Él marcha a nuestro paso. Ven y camina con nosotros, San José, para que descubramos los pasos de Dios. Gracias, San José

San José, Patrono de la Iglesia. San José, Patrono de la Iglesia, Tú que cerca del Verbo Encarnado, trabajaste día a día para ganar el sustento, tú que probaste la angustia del mañana, la pobreza, la escasez de trabajo, mira la inmensa familia que te ha sido confiada. Protege a los trabajadores en su vida cotidiana. Sostén a los pobres, incentivando ayuda en su favor. Amén

Acuérdate, San José. Acuérdate, ¡oh, Castísimo Esposo de María!, amable protector nuestro, San José, que jamás se ha escuchado decir que quien haya recurrido a tu protección e implorado tu socorro haya sido desasistido. Por eso, con gran confianza, me presento ante ti, encomendándome con gran fervor. No desoigas mis oraciones, padre virginal del Redentor, mas escúchame con bondad y dígnate asistirme. Amén

San José, guardián de los corazones puros. Tierno José, Dios te amó por las cualidades de tu corazón. Toda tu persona se orientó a Su Voluntad. Con María y Jesús, respondiste a los llamados del Espíritu Santo para construir un mundo mejor. Con un mismo corazón, decimos contigo: « Aquí estamos, Señor. ¡Hágase Tu Volundad! ¡Venga a nosotros Tu Reino! ». Mantén en nuestro corazón la esperanza por un mundo nuevo. Inspíranos palabras de ternura para despertar el amor en los corazones. Que nuestros actos hagan que todos nos dirijamos a la Fuente de Todo Amor. Que nuestros rostros reflejen la libertad de los hijos de Dios. Amén

San José, consuelo en el sufrimiento. Simpático San José, solidario con nuestra condición humana, con María y Jesús, tú viviste la experiencia del exilio, el hambre, la violencia. Rechazaste la venganza, y escogiste la misericordia. Tu perdón rompió el círculo de la violencia. Por tu bondad, Dios guardó grandes esperanzas en nuestra humanidad. Alégrate, José, porque el Reino de Dios es tu herencia. Ábrenos tus manos consoladoras ante las guerras, la hambruna y el destierro. Aleja de nosotros el ser víctimas y que nuestra pena se vuelva alegría. Sosténnos en la misión de cultivar la paz, el gozo y la serenidad interior. Con tu sabiduría, aconséjanos para cerrar la puerta a todo rencor. Así, bajo la mirada de Dios, danzaremos de alegría. Amén

San José, modelo de los trabajadores y obreros. Buen San José, cuando Dios quiso una familia para Su Hijo, posó Su Mirada en el medio obrero, y te escogió para esposo de María, mostrando su alta estima por el trabajo humano. Trabajaste con todo tu corazón y compartiste tu taller con Jesús. Tu labor, semejante en todo a la de otros humanos, encontró nuevo sentido al hacerse Dios presente allí. Sonténnos en la esperanza de encontrar trabajo ante la desolación del desempleo. Aconseja a los responsables de las empresas para que repartan equitativamente las labores y tareas, basándose en el respeto de otros y favoreciendo nuestra alegría y felicidad. Ayúdanos a cumplir nuestras labores con alegría, presteza, diligencia, justicia y lealtad. Prepara nuestro corazón a reconocer a Tu Hijo en nuestros compañeros de trabajo. Amén

San José, sostén de las familias. Atentísimo José, el Verbo Divino encontró en María y en ti un medio propicio para realizar la Voluntad del Padre, para ser la familia del Niño Dios. Por la dulzura de vivir juntos, experimentaron el Amor en el día a día. La unidad de sus corazones los llevó a aprender de la vida creciendo en sabiduría y en gracia. Abre nuestros corazones a la Palabra de Vida para que nuestros actos testimonien nuestra unión con la familia de Dios. Preserva nuestro compromiso con los lazos afectivos, donde el don y el perdón coparticipen en nuestra identidad de hijos e hijas de Dios. Envuélvenos con tu ternura en los gestos de cada día. Amén

San José, esperanza de los enfermos. Querido José, en tus manos el Hijo de Dios confió Su Vida. Con María, prodigaste cuidados a Aquél que es Poder de Vida. Que tu compasión envuelva nuestra fragilidad, reconfortándonos con la Presencia Divina. Así, unidos en oración, decimos: « ¡Señor Jesús, Hijo del Dios Vivo, a una sola palabra Tuya, cúranos! ». Haznos sensibles a las enfermedades de nuestros semejantes. Sostén nuestros esfuerzos y danos el valor para combatir todo mal. Ayúdanos a encontrar el sentido del gran plan de Dios para la humanidad más allá de las enfermedades y los sufrimientos que ofuscan nuestro entendimiento. Que el Amor de Dios esté con nosotros, y que nuestra esperanza tenga en Él su reposo. Amén

San José, patrono de los moribundos. Fidelísimo José, ante la promesa hecha por Dios, dejaste este mundo en paz, atendido por Jesús y María. Tu fe transformó la muerte en semilla de vida, pues Dios te consideró justo ante Él. Tu corazón se abrió ante Su Magna Presencia, y tú le tendiste tus manos, llenándose tu sueño eterno de oración. Tú entraste, entre los vivos, por las puertas de la Tierra Prometida. Abre nuestros ojos más allá de la muerte para poder vislumbrar el Camino a la Vida Verdadera. Que nada, ni la negación, la depresión ni la cólera nos alejen ni separe del Inmenso Amor de Dios. Sosténnos en la fe a ese Dios que encuentra toda ocasión posible para ser Nuestro Mejor Amigo. Quédate a nuestro lado cuando nos toque dar nuestros primeros pasos en el Reino Eterno del Padre. Amén

San José, protector de la Iglesia. Fuerte San José, que te asociaste con Dios en Su proyecto para con toda la humanidad, tu ternura custodia a la iglesia naciente. Así como María y Jesús reconocieron en ti la protección del Padre Eterno, colocamos bajo tu custodia a toda la comunidad unida en la fe. Sosténnos en el Espíritu que dio vida al hogar de Nazaret, condúcenos hacia el Reino del Padre. Acompáñanos en nuestra misión, haz que seamos luz del mundo para que la humanidad, transfigurada en Cristo, refleje a la Sagrada Familia de Nazaret. Danos la fuerza de voluntad para escoger el partido de Dios a favor de los débiles y los pobres. Guía nuestras acciones pastorales para que seamos la Buena Nueva hecha acción, palabra y vida. Amén


Amor Eterno (Mi Virgen Bella) cantado por Marianella Oráa