¿Cuántas veces, San José, vino el Señor a ti a desviarte de tus caminos y proyectos? Aprendiste a reconocer al Dios de tus padres, Dios lleno de misericordia. Él te confió el cuidado de protegerlo en Su venida a
San José, Patrono de
Acuérdate, San José. Acuérdate, ¡oh, Castísimo Esposo de María!, amable protector nuestro, San José, que jamás se ha escuchado decir que quien haya recurrido a tu protección e implorado tu socorro haya sido desasistido. Por eso, con gran confianza, me presento ante ti, encomendándome con gran fervor. No desoigas mis oraciones, padre virginal del Redentor, mas escúchame con bondad y dígnate asistirme. Amén
San José, guardián de los corazones puros. Tierno José, Dios te amó por las cualidades de tu corazón. Toda tu persona se orientó a Su Voluntad. Con María y Jesús, respondiste a los llamados del Espíritu Santo para construir un mundo mejor. Con un mismo corazón, decimos contigo: « Aquí estamos, Señor. ¡Hágase Tu Volundad! ¡Venga a nosotros Tu Reino! ». Mantén en nuestro corazón la esperanza por un mundo nuevo. Inspíranos palabras de ternura para despertar el amor en los corazones. Que nuestros actos hagan que todos nos dirijamos a
San José, consuelo en el sufrimiento. Simpático San José, solidario con nuestra condición humana, con María y Jesús, tú viviste la experiencia del exilio, el hambre, la violencia. Rechazaste la venganza, y escogiste la misericordia. Tu perdón rompió el círculo de la violencia. Por tu bondad, Dios guardó grandes esperanzas en nuestra humanidad. Alégrate, José, porque el Reino de Dios es tu herencia. Ábrenos tus manos consoladoras ante las guerras, la hambruna y el destierro. Aleja de nosotros el ser víctimas y que nuestra pena se vuelva alegría. Sosténnos en la misión de cultivar la paz, el gozo y la serenidad interior. Con tu sabiduría, aconséjanos para cerrar la puerta a todo rencor. Así, bajo la mirada de Dios, danzaremos de alegría. Amén
San José, modelo de los trabajadores y obreros. Buen San José, cuando Dios quiso una familia para Su Hijo, posó Su Mirada en el medio obrero, y te escogió para esposo de María, mostrando su alta estima por el trabajo humano. Trabajaste con todo tu corazón y compartiste tu taller con Jesús. Tu labor, semejante en todo a la de otros humanos, encontró nuevo sentido al hacerse Dios presente allí. Sonténnos en la esperanza de encontrar trabajo ante la desolación del desempleo. Aconseja a los responsables de las empresas para que repartan equitativamente las labores y tareas, basándose en el respeto de otros y favoreciendo nuestra alegría y felicidad. Ayúdanos a cumplir nuestras labores con alegría, presteza, diligencia, justicia y lealtad. Prepara nuestro corazón a reconocer a Tu Hijo en nuestros compañeros de trabajo. Amén
San José, sostén de las familias. Atentísimo José, el Verbo Divino encontró en María y en ti un medio propicio para realizar
San José, esperanza de los enfermos. Querido José, en tus manos el Hijo de Dios confió Su Vida. Con María, prodigaste cuidados a Aquél que es Poder de Vida. Que tu compasión envuelva nuestra fragilidad, reconfortándonos con
San José, patrono de los moribundos. Fidelísimo José, ante la promesa hecha por Dios, dejaste este mundo en paz, atendido por Jesús y María. Tu fe transformó la muerte en semilla de vida, pues Dios te consideró justo ante Él. Tu corazón se abrió ante Su Magna Presencia, y tú le tendiste tus manos, llenándose tu sueño eterno de oración. Tú entraste, entre los vivos, por las puertas de
San José, protector de